martes, 17 de mayo de 2011

Primavera a la Vista - Octavio Paz



Pulida claridad de piedra diáfana,
lisa frente de estatua sin memoria:
cielo de invierno, espacio reflejado
en otro más profundo y más vacío.

El mar respira apenas, brilla apenas.
Se ha parado la luz entre los árboles,
ejército dormido. Los despierta
el viento con banderas de follajes.

Nace del mar, asalta la colina,
oleaje sin cuerpo que revienta
contra los eucaliptos amarillos
y se derrama en ecos por el llano.

El día abre los ojos y penetra
en una primavera anticipada.
Todo lo que mis manos tocan, vuela.
Está lleno de pájaros el mundo.

OCTAVIO PAZ

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Ensayista y poeta mexicano. Es uno de los grandes poetas hispanos de todos los tiempos. Escritor fecundo. Su obra abarca varios géneros, entre los que sobresalen textos poéticos, el ensayo y traducciones. Colaboró activa y constantemente en el impulso de la cultura a través de la fundación y participación en innumerables revistas, como Taller, Plural y Vuelta. También fungió de profesor, conferencista, periodista y diplomático.

No cabe duda que, a través de los años, Paz fue una personalidad polémica. Desde muy temprano dejó las formas poéticas tradicionales para lanzarse a la modernidad. Su obra poética pretende "liberar a la palabra de reglas o propósitos utilitarios" para devolverle su esencia mágica, haciendo uso casi exclusivo del pensamiento y de una rima interna y sutil, algunas veces difícil de captar.

En cuanto a sus ensayos, nos encontramos ante una variedad impresionante de temas, sobresaliendo los de asunto antropológico, en particular en lo referente al mexicano, como lo atestigua su obra clásica El laberinto de la soledad. Pero también abundan, especialmente en su poesía, los temas del amor, del erotismo, de la poesía, de lo religioso y de la metafísica del ser.

Recibió varios premios literarios, como el del Príncipe de Asturias, el Premio Cervantes y el de Tocqueville. Pero el mayor de todos fue el Premio Nobel, en 1990, otorgado como reconocimiento universal a su obra. Fue el primer escritor mexicano en recibirlo, y uno entre los varios concedidos a los autores de la literatura hispánica.

Arte de Raffaello Sanzio y Música - Ave Maria (Schubert) - Andrea Bocelli


Uno de los artistas mas reconocidos en el mundo

LA SOMBRA DEL ALA - Amado Nervo

Tú que piensas que no creo
cuando argüimos los dos,
no imaginas mi deseo,
mi sed, mi hambre de Dios;

ni has escuchado mi grito
desesperante, que puebla
la entraña de la tiniebla
invocando al Infinito;
ni ves a mi pensamiento,
que empañado en producir
ideal, suele sufrir
torturas de alumbramiento.

Si mi espíritu infecundo
tu fertilidad tuviese,
forjado ya un cielo hubiese
para completar su mundo.

Pero di, qué esfuerzo cabe
en un alma sin bandera
que lleva por dondequiera
tu torturador ¡quién sabe!;

que vive ayuna de fe
y, con tenaz heroísmo,
va pidiendo a cada abismo
y a cada noche un ¿por qué?

De todas suertes, me escuda
mi sed de investigación,
mi ansia de Dios, honda y muda;
y hay más amor en mi duda
que en tu tibia afirmación.

AMADO NERVO

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Los mejores datos sobre los orígenes y formación cultural de
Amado Nervo, se encuentran en dos de sus breves autobiografías
escritas en España. Dice en una de ellas: "Nací en Tepic,
pequeña ciudad de la costa del Pacífico, el 27 de agosto de 1870.
Mi apellido es Ruiz de Nervo; mi padre lo modíficó, encogiéndolo.
Se llamaba Amado y me dio su nombre. Resulté, pues, Amado Nervo,
y, esto que parecía seudónimo -así lo creyeron muchos en América-,
y que en todo caso era raro, me valió quizá no poco para mi fortuna
literaria. ¡Quién sabe cuál habría sido mi suerte con el Ruiz de
Nervo ancestral, o si me hubiera llamado Pérez y Pérez".
En su otra confesión autobiográfica, casi desconocida, dice más
aún: "Soy descendiente de una vieja familia española que se
estableció en San Blas a principios del siglo pasado. Hice mi
instrucción primaria en las modestas escuelas de mi ciudad natal;
muerto mi padre cuando yo tenía nueve años, mi madre me envió a
un Colegio de Padres Romanos, al de Jacona, en Michoacán, que
entonces gozaba de cierta fama. En este colegio y después en
el seminario de Zamora, Michoacán, hice mis estudios preparatorios,
empezando, naturalmente, por el latín. Quise seguir la carrera de
abogado y estudié dos años, pero el quebrantamiento rápido de la
herencia paterna me obligó a volver a Tepic a ponerme al frente
de lo poco que nos quedaba y a trabajar para ayudar a mi
familia, que era numerosa. Después, buscando mejor destino,
marché a Mazatlán, donde escribí en el Correo de la Tarde
mis primeros artículos. Más tarde me dirigí a la Capital (en 1894)
y ahí con los esfuerzos y penalidades consiguientes, logré abrirme
camino". En París conoció a Verlaine, a Moreas, a Wilde, etc., y fue amigo de
los escritores y poetas hispanoamericanos que residían o pasaban por
aquella Lutecia que tanto encandiló a la generación de los modernistas.
Allí selló su amistad con Rubén Darío; amistad sin quebrantos ni
recelos, excepcional entre los grandes artistas y justamente calificada
de ejemplar. En París publicó la versión francesa de El Bachiller
-con el título de Orígene- y una obra poética, Poemas, que había de
extender su celebridad en los países de habla española. Uno de estos
poemas, La Hermana Agua, cuenta entre sus mayores aciertos.
Ya de regreso en México (1902), publicó su bello libro de prosa y
verso llamado El Exodo y Las Flores del Camino y colaboró asiduamente
en la Revista Moderna, compartiendo después su dirección con Jesús
E. Valenzuela. En el mismo año publicó Lira Heroica. Merced a los
sufragios del grupo modernista, en 1903 alcanzó el triunfo de
primacía entre los poetas mexicanos. De 1902 a 1905 trabajó
nuevamente en El Mundo, El Imparcial y El Mundo Ilustrado.
Sacó a luz otro libro de versos: Los Jardines Interiores,
que es el mismo que había comenzado a preparar con el título de
Savia Enferma. En esa misma época obtuvo, por oposición, el cargo
de profesor de lengua castellana en la Escuela Nacional Preparatoria.
En 1905 ingresó en el servicio diplomático con la categoría de segundo
secretario adscrito a la Legación de México en Madrid. De allá enviaba
sus correspondencias a su periódico, El Mando, y a la vez escribía
jugosos informes sobre lengua y literatura para el Boletín de la
Secretaría de Instrucción Pública. Más tarde colaboró en periódicos
de Buenos Aires y La Habana. En España escribió muchos de sus mejores
libros, entre los cuales descuellan En Voz Baja, Juana de Asbaje,
Serenidad, La Amada Inmóvil, Elevación y Plenitud.
No obstante la afirmación, en su vida se entretejieron armoniosamente
los sucesos dignos de mención, ya adversos, ya venturosos. Escribió
muchos libros; fue combatido, pero a la vez amado y ensalzado;
fue afortunado capitán en las filas del movimiento literario más
importante que ha tenido América. Por el camino de la sinceridad,
de la sencillez y del trabajo silencioso, llegó a situaciones
brillantes. Justo es lo que dijo en su momento de plenitud:

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

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Uno de los mas grandes pintures mexicanos que nos deleita con sus colores y figuras realzadas